Hay un instante en toda relación en el que se pronuncia la temida frase -no me apetece- y quieres no volver a pronunciarla, pero la vuelves a decir -no me apetece-.
Esa segunda vez, te das cuenta de que tu relación ya se ha terminado. Andas durante meses, evitando la respuesta a la pregunta.
Esa segunda vez, te das cuenta de que tu relación ya se ha terminado. Andas durante meses, evitando la respuesta a la pregunta.
Mientras practicáis sexo, te preguntas: -¿por qué lo hago si no me apetece?-
Y todo va cuesta abajo hasta el día en que decides dar una respuesta a la pregunta:
- ¿Por qué no me apetece?
- Porque ya existe otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario