lunes, 15 de julio de 2013

"Papá cuéntame otra vez..."

Dice que “hace veinte años que dice que hace veinte años tiene veinte años” (1) y cada día se sienta en el sofá, con los pies encima de una pequeña mesa y un libro entre las manos y lee, lee, lee, lee.


Su infancia no fue fácil, a penas pudo estudiar, pero aprendió a leer y eso fue suficiente porque pudo encontrar muchos mundos en los libros. Muerto su padre, a causa del machismo feroz de aquella época, su madre, su hermana y él tuvieron que venir de su pequeña aldea a la gran ciudad. Y aprendió a leer.

Y todavía hoy, le digo “papá cuéntame otra vez…” (2)y entonces me habla del último libro que se ha leído o el recuerdo de aquél que disfrutó hace años. Me contó Robinson Crusoe, Veinte mil leguas de viaje submarino, Moby Dick.

Antes de nacer, ya me había comprado una colección de libros, no recuerdo todos pero, La historia interminable o El mago de Oz, se hicieron indispensables en mi niñez.

Entrar juntos en una librería, es un peligro, perdemos la noción del tiempo ojeando y fantaseando con todo lo que algún día leeremos. Las obras, que él me recomienda, saben mejor y se disfrutan más. Me gusta colocarme delante de nuestra humilde biblioteca y preguntarle:

-Papá, que me puedo leer-. Entonces, él se acerca, saca un libro de la estantería y dice – léete éste, te va a gustar-.

Quizás, el primer libro que leí por su influencia fue El mundo de Sofía, me cautivó. Sin embargo, lo que más disfrute no fue la lectura, fue compartirlo con él ir comentando cada capítulo que devoraba con él. 

Entonces, mi relación con lectura se convirtió en admiración por mi padre. Y, leer sólo es intento de parecerme a él.





[1] Extraído de Fa vint anys que dic que fa vint anys que tinc vint anys Joan Manuel Serrat.
[2] Extraído Papá cuéntame otra vez de  Ismael Serrano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario